La coprofagia canina es el hábito natural de los perros por comer heces, lo que hay que tener muy en cuenta es que es una conducta auto reforzante por el propio placer de la ingesta lo que nos llevará a un resistencia grande en la eliminación de la propia conducta.

La coprofragia se clasifica en tres tipos, en función del origen de los excrementos:

1. Autocoprofagia: cuando se comen sus propios excrementos.
2. Coprofagia Intraespecífica: cuando se comen los excrementos de otros perros.
3. Coprofagia Interespecífica: cuando se comen los excrementos de otras especies como la de los gatos, vacas, ovejas, etc…

Es bastante importante que prestemos atención a estas conductas pues pueden traer consecuencias graves para la salud de nuestro perro, pudiéndole acarrear parásitos intestinales o alguna enfermedad vírica como la Hepatitis o la Parvovirosis. En el caso que de ingesta de sus propias heces no suele acarrear problemas médicos.

Posibles causas:

– Ansiedad, soledad, estrés: Algunos perros desarrollan la coprofagia como un modo de escape de la soledad, la ansiedad o del estrés.

– Imitación: Los perros por observación aprenden con sus amos a limpiarse las heces, cogiéndolas e ingiriéndolas.
Un perro puede también aprender a comerse las heces cuando conviva con otro perro con este comportamiento.

– Por demasiada suciedad: Lo realizan por higiene en el lugar donde se acumulan grandes cantidades de heces. Eso suele ocurrir donde el perro se queda mucho tiempo solo.

– Evitar castigos: Si uno castiga el perro cuando hace sus necesidades dentro de casa, el perro puede empezar comiéndose las heces como manera de esconderlas y evitar los castigos.

Búsqueda de atención: Un perro que se sienta sin atención, o con el que no se comparte actividades y no se interactúa con el durante los paseos, puede adoptar el hábito de comer sus heces como manera de captar la atención de sus amos. Aunque sea para ser castigados.

– Por falta de nutrientes: el perro se come las heces intentando aprovechar los nutrientes que todavía no han sido digeridos pretendiendo encontrar nutrientes que no obtuvo en su alimentación.

Ración de cualidad dudosa en su pienso.
Presencia de parásitos internos, resultando en la baja absorción de nutrientes.
Problemas de salud, que impiden el correcto funcionamiento del ciclo digestivo.

– Similitud con comida: Una vez más, las raciones de mala calidad y de baja digestibilidad hacen que el perro sienta una necesidad de ingerir una superior cantidad de comida, produciendo así más haces. El perro tiene una baja capacidad de digestión, digiriendo pocas cantidades de ración, así que la comida se altera muy poco en el organismo y se transforma después en heces todavía similares con la ración consumida. Si el perro no distingue la diferencia entre las heces y la ración que come, eventualmente creará una natural apetencia para comérselas.

– Hambre/Exceso de comida: El perro puede tener hambre porque no se lo están alimentando con la cantidad correcta de ración. Si, al revés, se le da al perro una cantidad diaria de ración superior a la que necesita o un tipo de ración demasiado calórica (ricas en grasas), el animal no digiere correctamente la comida y el resultado es la producción de heces que se parecen mucho al de su ración.

– Instinto maternal: Se presupone que comen las heces por limpieza (de echo es así cuando son neonatos) y también por evitar olores que puedan atraer a los depredadores. Esta parte instintiva se convierte en hábito y se generaliza.

– Exploración y Curiosidad: Como deseo de explorar cosas nuevas y de probarlos todo. Lo que luego se convertirá en un hábito arraigado.

¿Qué podemos hacer?

Lo primero que recomendamos es llevar al perro al veterinario para descartar que sea un problema médico y comprobar que esta correctamente desparasitado.

Una vez descartados

• Alimentar el perro con pienso de buena calidad.

• Ajustar la cantidad de ración al tipo de perro.

• Mantener limpio el lugar donde habita el perro.

• Proporcionarle estímulos mentales y ejercicio físico.

• Pasear el perro con la correa, impidiéndole de se acercar de las heces de otros perros.

• Optar por otros métodos de entrenamiento: enseñar el comando deja.

• No dejar el perro solo por largos periodos de tiempo; si no puedes pasar más tiempo con él, arréglale una compañía.

Hay también algunos alimentos que después de ingeridos resultan en heces con un olor y un sabor que causan aversión en el perro: calabaza, piña y espinacas son algunos ejemplos.

Lo más importante es que desde cachorros intentemos prevenir este tipo de comportamiento pues cuando se hacen adultos son conductas con bastante resistencia a la extinción.

Alberto de la Torre, psicólogo y educador canino

Publicado el: 28-11-2016

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